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ESPERO TODAS VUESTRAS OPINIONES.OS INVITO A QUE ME ESCRIBAIS!!

miércoles, 5 de mayo de 2010

ARTISTAS de los siglos xx y xxi


























Obras de los artistas:
1-GABRIELE MUNTER
2-WOLFGANG TILLMANS
3-THOMAS RUFF
4-DANIEL AND GEO FUCHS
5-MARTIN KIPPERBERGER
6-ANSELM KIEFER.


lunes, 3 de mayo de 2010

¿De verdad somos de cine?

No hace tantos años que se podían oír en el espacio público —y sin asomo de mala conciencia— comentarios
como: “Los hombres razonan mejor que las mujeres, tienen más capacidad de juicio, son los que de verdad saben
lo que conviene o no conviene, y, por lo tanto, en ellos debe recaer el mando y la autoridad. Las mujeres deben
estar en un discreto segundo plano, obedecer y posponer sus intereses a los de su marido, su padre, su hermano,
sus hijos”. Hoy, la mayoría de la población, sobre todo la joven, considera estas opiniones falsas, sesgadas, machistas…
Pero el cine sigue convencido de que la parte interesante de la humanidad es la masculina y de que el
interés de la femenina reside justamente en el interés que sea capaz de despertar en los hombres. En definitiva: el
mundo es de los varones y las mujeres sólo somos una parte de su mundo.
Pensemos que la mayoría (un 80% al menos) de las películas que vemos están protagonizadas por hombres.
Los varones van y vienen, viven historias y relaciones o enfrentamientos intensos entre ellos, aventuras interiores
y exteriores, descubren y exploran mundos, salvan al planeta y, por supuesto, se quedan con la “chica”.
Y ¿qué es la “chica”?: un apartado en la historia de él. Ella carece de interés por sí misma. Es sólo un capítulo
de la vida del protagonista. Su significado depende del hecho de que él la elija. Rara vez tienen las mujeres papel
en la “película” al margen de sus relaciones con los hombres. Como dice Teresa de Lauretis, no viven sus propias
historias sino que aparecen insertas en las historias de otros. Cuando se habla de amor aparecen las mujeres, pero
cuando se pasa a otra cosa, desaparecen.
Es curioso constatar que ciertas barbaridades retrógradas que dichas oralmente detectamos con facilidad, pasan
desapercibidas si nos las dice una película, o en el mejor de los casos, no nos causan el mismo escándalo ni
rechazo.
Esto tiene fundamentalmente dos explicaciones: por una parte se debe a que el patriarcado no está extinto,
opera fuertemente en la sociedad y sobre las personas. Las imágenes machistas encuentran, pues, terreno abonado.
Incluso en las personas que, de manera consciente, rechazamos la misoginia y el androcentrismo. Por otra parte
se debe a que, como dijimos anteriormente, resulta difícil oponer filtros racionales ante los mensajes cinematográficos
por las características del lenguaje audiovisual.
No entraremos a analizar la primera razón porque nos llevaría demasiado lejos y porque, para constatar la vigencia
del patriarcado basta, por ejemplo, con evidenciar la composición de los organismos e instituciones de decisión
y poder político o económico, los de prestigio, los académicos, los culturales, etc. Basta con considerar la
violencia que se ejerce contra las mujeres. Cómo se las sigue matando sin que tal frenesí criminal cause una alarma
social proporcionada al número de muertes1. Basta con comprobar como chicas jóvenes que no aceptan una
definición explícita que las minusvalore por el simple hecho de ser mujeres, siguen posponiendo o relegando sus
proyectos para adaptarlos a los de su novio, ligue o como se quiera llamar; amoldando su guión de vida a la “película”
de Él, considerando incluso que su objetivo principal es que Él se sienta a gusto.
Al análisis de la segunda razón -la asimilación acrítica de los mensajes audiovisuales- es a la que vamos a dedicar
nuestros esfuerzos. Nuestro objetivo será desmontar los mecanismos del lenguaje audiovisual a fin de hacer visible
lo invisible y de propiciar que la población joven deje de mirar de manera impresionista y se convierta en un público
formado, capaz de detectar los mensajes patriarcales y androcéntricos del cine y de la televisión.
Compartimos el convencimiento de Barthes de que uno de los efectos de la ideología es el de presentar lo cultural
—lo que es variable— como natural —es decir, inmutable—. En la tarea de hacer que el patriarcado nos parezca
“normal” —nos resulte invisible— trabajan de manera muy activa las ficciones audiovisuales puesto que son productos
de esa ideología. Pero ninguna ideología es monolítica. Siempre presenta fisuras, siempre son posibles las
disidencias.
Nosotros, educadores y educadoras, por definición, no podemos ser pesimistas —so pena de condenarnos al
paro radical—. Creemos que es posible trazarse metas y caminar hacia ellas. Queremos capacitar a la juventud para
que detecte cómo, bajo los comportamientos, palabras y actitudes habituales –los que consideramos “normales”—
subyace el predominio de un sexo sobre el otro y vamos a hacerlo mediante el análisis de ficciones audiovisuales.
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En consecuencia, nos planteamos la necesidad de educar la mirada para ser capaces de ver lo que realmente nos
dicen las imágenes y así poder tener un distanciamiento crítico, es decir, simbólico, hacia ellas. Queremos enseñar a
la juventud a tener una mirada no meramente emotiva sino estructurada; no simplemente impresionista sino
reflexiva. Ya que, como dice Michel Tournier: “Quien tiene la llave del signo se libera de la prisión de la imagen”.
Algunas constantes en la representación y el papel de las mujeres
En la representación y el papel de las mujeres en las ficciones audiovisuales se dan ciertas constantes. En las
prácticas que proponemos intentaremos rastrearlas para aplicarles unas pautas de análisis fílmico.
Estas son algunas de las constantes que encontramos:
1. Ausencia y anulación como sujeto simbólico. El punto de vista es androcéntrico. Rara vez el mundo se descubre
a partir de los ojos de las mujeres. La cámara las mira desde fuera. Son el objeto de la visión, casi
nunca el sujeto.
2. En consecuencia, las mujeres son episódicas y el episodio es —según el diccionario de la Real Academia—
“acción secundaria, parcial, digresión, incidente”. Se las presenta como marginales respecto al relato. Son el
trofeo del guerrero, su descanso, un peligro añadido, una rémora o una ayuda en el mejor de los casos.
3. El cuerpo de las mujeres es un cuerpo manipulado, troceado y eminentemente cosificado. Esto la cámara
lo crea mediante primeros planos estáticos, contemplativos, agresivos a veces. Planos “voyeurs” que llegan
incluso a desmembrarnos visualmente como si lo que importara fuesen los trozos (nalgas, pecho, piernas,
boca) pero no el todo (la persona).
4. Sexualidad amputada. El cine sigue representado el erotismo y la sexualidad casi exclusivamente en función
del sujeto masculino. La cámara cada vez muestra más pero siempre muestra lo mismo: modos, maneras,
tiempos, ritmos, etc. que responden a los fantasmas y a la genitalidad viriles. Se filma a las mujeres felices
y satisfechas con la sexualidad masculina y sin una sexualidad propia.
5. Las mujeres quedan tan asimiladas al mundo masculino que, cuando en la pantalla aparecen mujeres con
características no tradicionales, suelen comportarse como hombres con faldas, como si la única forma de
reivindicarse como sujeto fuese la de adoptar los modos y maneras masculinos. Así, ahora vemos mujeres
violentas o brutales al modo clásicamente viril. O mujeres que muestran una configuración del deseo erótico
tradicionalmente varonil.
6. Con frecuencia, las mujeres de la ficción no tienen criterios ideológicos ni políticos. Piensan, se supone, lo
que piensa Él, y si se le oponen o lo contrarían, tendrán que pagarlo. Esto es así en películas que van desde
Casablanca a Mentiras arriesgadas.
7. Los personajes femeninos suelen ser caprichosos, incongruentes, absurdos, torpes, inútiles. Los protagonistas
masculinos tienen que tener mucha paciencia para soportar esos seres que, por ejemplo, en las películas
de aventuras, resultan casi siempre un peligro añadido (desde El maquinista de la General a Indiana Jones
la lista es infinita).
8. Podríamos terminar con un etc. pero finalizaremos considerando aquellos relatos que, por el contrario, nos
—este “nos” incluye a varones y mujeres— ensanchan el horizonte y enriquecen nuestro mundo simbólico e
imaginario, esperando que cada día sean más numerosos.


Extraido de materiales pedagogicos del instituto asturiano de la mujer tematico.asturias.es/imujer/